16 Oct 2023
J octubre, 2023

Manipulación y familia

Baltasar Rodero

La manipulación, nacida de la búsqueda de un equilibrio familiar, es muy frecuente y en ocasiones efectiva, por parte de los padres con respecto a sus hijos; los dirigimos buscando su mejor formación, el desarrollo más completo de sus capacidades, su equilibrio emocional, en definitiva, su estabilidad; además de que ordenamos el ambiente familiar, la convivencia, y las diferentes relaciones sociales. Todo ello es lícito y positivo, cuando lo realizamos con sentido responsable, pensando en su felicidad, formación o seguridad; no cuando nace de nuestra angustia, frente a retos que normalmente ha de superar el niño, o el joven, para adquirir además de sabiduría, confianza, y con ello poder iniciar la andadura de un camino propio, el que él desee, el que él elija de entre los posible, él que entienda que responde mejor a sus deseos, necesidades, sueños o fantasías. Es algo que nace del alma, de dentro de nosotros, de forma espontánea. Sin darnos cuenta, se suscita determinada inquietud, que con el tiempo crece, va tomando forma y cuerpo, y se adueña de nuestros pensamientos y fantasías, siempre teniendo como objetivo, la seguridad de nuestros hijos.

Esto, que es muy positivo para que el niño-joven consiga su equilibrio emocional, pero en ocasiones, o con cierta frecuencia, se ve torpedeado de forma clara, con prohibiciones que no responden más que a los miedos, o deseos de los padres, sin que se dé una explicación por la que se pueda comprender; en otras circunstancias, esta situación no está tan claramente expresada, se compone de mensajes, a través de gestos, quejas, comentarios enmascarados, como una llamada de atención, ante la que nuestra voluntad, por el deseo de que nadie sufra, y de forma especial nuestros padres, nosotros accedemos, acatamos o aceptamos, sin analizar la situación en la que nace la petición de auxilio.

Hay una manipulación típica, que se da en la etapa final de nuestras vidas. Una mujer,  después de una dilatada vida, y del ejercicio de su profesión con verdadero éxito, queda viuda, tiene una sola hija, separada, que lo está pasando mal, su ex pareja le está planteando permanentes demandas judiciales, que dificultan el ejercicio de sus tareas, como madre de dos hijas y trabajadora. La madre, sin saber ni querer reprimir, y siempre pensando en su situación, se queja permanentemente a su hija, de la soledad en la que vive, además de los dolores itinerantes que está sufriendo, “es una vida desgraciada, me quisiera morir, así no puedo vivir”. Ha visitado a varios especialistas, y no han encontrado nada que justifique esa actitud de requerimiento, de queja, y de petición penosa de auxilio permanente, la hija no obstante, se siente mal, no sabe dónde está la respuesta adecuada, de tal forma que, corre el riesgo ante tanta demanda, de ir perdiendo su equilibrio emocional.

Una joven, en la década de los treinta, que ejerce un puesto de trabajo cualificado, se siente atraída por un compañero, cada día de forma más intensa, naciendo cierta atracción afectiva, que culmina en convivencia de pareja. No obstante, con el tiempo, ella observa que su pareja está muy pendiente de su madre, todos los días la visita, o incluso la atiende en alguna de sus responsabilidades. La madre es viuda, y la queja es la soledad, la necesidad de compañía, y, “la obligación de los hijos de atender a los padres, cuando estos estén solos”. Como en el caso anterior, no acepta su situación de soledad, ignorando que ha vivido su vida, la que ella junto a su marido desearon, que ha disfrutado de su pareja, familia y amistades, y ha atendido a su trabajo y a sus hijos, de acuerdo con sus responsabilidades. Pero que los hijos, que vinieron porque así lo desearon, no son de los padres, estos les cuidan y propician su formación, para que construyan sus vidas, libres e independientes. Por lo que no les deben nada a sus padres, no son suyos, son de ellos, y a los padres los visitarán, por el afecto y el cariño que les tienen, cuando puedan. Es algo que se aprende de niños y que jamás se olvida. Les darán compañía cuando su vida familiar lo permita, y llegada una incapacidad, tratarán de buscarles el lugar más amable, de acuerdo con las posibilidades familiares, para la estancia más grata posible. La esencia la encontramos en el salmo 45, “en lugar de tus padres tendrás hijos”. Aceptar esta premisa, la de que los hijos puedan realizarse sin cortapisas, demandas, o exigencias por parte de los padres, es la base de la felicidad de todos.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023